Esta presentación fue bien cortita. La hicimos un día después de haber estado trabajando lectoescritura. La quería haber hecho antes de empezar con el diez pero todavía no tenía el material para hacerlo así que tuve que esperar un poquito. Veía importante hacer esta presentación para continuar con el colgador del 11 al 19 así que aparqué un poco el colgador y aproveché las barras numéricas para trabajar el 10 y todas las posibilidades que dan.
La presentación fue corta y después hemos vuelto a trabajar con la bandeja un par de veces más. La verdad es que estoy alucinando. Cada vez que me digo a mi misma, Míriam esto es difícil y no creo que lo consiga así que no te agobies y simplemente acompáñale… pues va y en todas esas ocasiones me da una lección (saber ponerse bien los calcetines, abrocharse el cinturón del coche, saber qué zapatilla corresponde a cada pie, empezar a leer, a escribir, hacer frases, untarse un cruasán, ponerse un vaso de leche tirando la leche dentro del vaso, saber qué es la unidad, decena, centena… y así muchísimas cosas desde que llegó). Esto me da pie a hablar sobre la plasticidad del cerebro y la capacidad de aprender del ser humano aunque ya no esté en un periodo sensible para la adquisición de ese aprendizaje concreto y además no haya tenido casi estímulos en su infancia. Pero todo esto se merece varios post a parte que ya llegarán.
A lo que iba, aquí nuestro gran niño me ha dejado alucinada con su capacidad de aprendizaje, teniendo en cuenta la discapacidad mental moderada que tiene diagnosticada. Esto me recuerda la importancia de recordarnos que es el adulto el que ha de buscar las maneras de llegar al niño y acompañarlo en su proceso de crecimiento y aprendizaje. Hago este comentario porque esta semana escuché a una profesora decir de un alumno fantástico al que tengo el privilegio de conocer y acompañar algunos días en su aprendizaje «bueno si ahora ya tampoco podrá aprender mucho más, todo lo que no haya conseguido ya… no va a ser capaz de aprender mucho más» y entonces me invadió una profunda tristeza y rabia a partes iguales…
Bueno… que me sigo yendo… cómo trabajé la unidad, la decena, la centena y el millar:
- Saqué la bandeja en este orden:
- Cogí la perla y le dije «Esta es una unidad», se la di. La estuvo tocando, me la devolvió y la dejé en el sitio.
- Cogí la decena y le dije «Esta es la decena y es más grande ¿verdad?, la decena es un grupo de diez unidades, mira» y las contamos ayudándonos con la unidad. «Cuando tenemos diez unidades le llamamos decena». Se la di. Volvió a contar él las unidades y después de un «sí, es verdad» me la devolvió. La puse de nuevo en su lugar.
- Cogí la centena y dije «Esta es la centena y es un grupo de diez decenas, mira» y con una decena en la mano y la centena en la otra fuimos contando y vimos que la decena se repite 10 veces en la centena. Se la di, la tocó, me la devolvió y la coloqué en el sitio.
- Cogí el millar y dije «Este es el millar y es un grupo de diez centenas, mira» y con la centena en una mano y el millar en la otra fuimos viendo que efectivamente hay diez grupos de centenas.
- Después, pusimos en la alfombra la unidad, decena, centena y el millar. Volví a repetir cómo se llamaba cada una y le pedía que señalase cada vez una y en orden (señala la unidad, señala la decena, señala la centena, señala el millar).
- Por último, le fui preguntando en orden cómo se llama cada cosa (señalando a la unidad, ¿esto que es?, señalando a la decena, ¿esto qué es?…).
Y así fue como utilicé por primera vez este material con nuestro gran niño hace ya algunos días, no hice muchas fotos ese día pero espero haberme explicado y que a alguna le ayude.
¡¡Si esto se logra con discapacidad intelectual, imaginaros con niños que no tienen ningún tipo de problema!!
¡Un abrazo!
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