Seguimos de vacaciones pero con un miembro más en la familia desde principios de Julio, pero a ratitos he conseguido escribir cómo fue el nacimiento del baby porque me lo habéis preguntado muchas personas y hasta ahora no he podido contároslo y, sobretodo, porque me gustaría regalarle este recuerdo para un futuro, para cuando él crezca y quiera leerlo.
La noche de antes de que naciese estuve muy intranquila, sin poder dormir porque estaba nerviosa, moviéndose mucho el bebé y de forma muy rara… de hecho, llegué a pensar que se había vuelto a dar la vuelta y estaba otra vez de nalgas como la mayor parte del embarazo (bendita Moxibustión y bendita Connie que han ayudado a que el parto sea natural)..
Me levanté al día siguiente y, después de dejar la casa recogida, la última lavadora con la ropa del bebé tendida, papeleos hechos y preparados para cuando naciese, los móviles Montessori de los que os hablaré en la próxima entrada, la casa limpia y los amigos de camino para vernos una hora más tarde, rompí aguas el dia 1 cuando estaba de 39+2, a las 17 hrs y sí, fue como si se hubiese estado esperando a que mami tuviese todo preparado y bajo control.
Así que llamé a mi padre para que se quedase con los niños (tiempo récord, en 10 minutos se cruzó la ciudad), a los amigos para que se llevasen al parque un rato a los niños y le diesen un poco de tregua a mis padres a lo largo del fin de semana, puse el lavavajillas, la lavadora, anulé unas citas que tenía programadas para el día siguiente, puse en orden el inventario de amazon y el de la web de Cocinando en familia, recogí algunas cosas que quedaban por casa, les pusimos comida y agua a los gatos y salimos hacia el hospital.
Cuando llegué, me vieron enseguida, confirmaron que había roto aguas y que el baby estaba en cefálica (menos mal) y estuve en monitores un rato, como todavía no estaba de parto, me subieron a planta a esperar… y allí empecé a trabajar, organicé las cosas en la habitación, envié a superpapi muy a su pesar a por aceite de ricino y a preparar té de hojas de frambueso y yo me puse a andar, a hacer ejercicios con la pelota y a probar diferentes posturas para intentar tener una dinámica de contracciones decentes y vosotros diréis ¿por qué tanta prisa?
En realidad yo no tenía ninguna prisa, desde mi punto de vista, tenía todo el tiempo del mundo aun habiendo roto la bolsa y más teniendo la certeza de que estaba en cefálica aunque no se había encajado todavía, pero en ese hospital, me repitieron unas 12 veces desde que subi a planta que era 1 de Julio, que la mitad del hospital estaba de vacaciones y la otra mitad eran nuevos y que justo por ese motivo se tenían que ceñir más que nunca a los protocolos, así que si a las 8 de la mañana no me había puesto de parto, me lo inducirían, y eso no entraba en mis planes, así que tenía que intentar todo lo que estuviese en mi mano para ponerme de parto porque tenía que aprovechar que en la semana 36 el papi me aplicó Moxibustión y conseguimos en una semana que se diese la vuelta a cefálica con el dorso a la izquierda, cosa que no habíamos conseguido en un mes andando a 4 patas, enterrando la barriga en la arena y siguiendo un largo etcétera de consejos que te van dando para que el baby se dé la vuelta, y todo para no pasar por otra cesárea.
Cuando vino superpapi, me tomé a lo largo de la noche 2 litros de té de hojas de frambueso, una cucharada de aceite de ricino, caminamos lo indecible, pelota, más pelota… nos faltó hacer el pino puente, así que a las 4 de la madrugada, cuando empezó la dinámica de parto, decidí descansar un poco entre contracción y contracción.
A las 7 de la mañana, solamente había dilatado un cm más desde que romí aguas, así que volvieron a ponernos los monitores al baby y a mí y, después de un rato, vimos que en cada contracción el latido del pequeño se perdía aunque se recuperaba muy rápido, así que me dieron a elegir, o me ponía oxitocina y tenía hasta las 17 horas de la tarde para que naciese por parto natural y para evitar una cesarea, o si esperaban sin oxitocina hasta las 17 hrs (que haría 24hrs desde que rompí aguas) probablemente acabásemos en una cesárea porque por protocolo, teniendo una cesárea anterior de los mellis, no podían esperar más de 24 horas.
Sí, sé que en algunos hospitales esperan hasta 3 días después de haber roto aguas para intervenir, sé que hay una casa de partos en Valencia, donde probablemente todo hubiese sido diferente, pero yo elegí este hospital porque me sentía más segura, porque mi intuición decía que ahí íbamos a estar mejor el pequeño y yo y porque, a pesar de tener sus protocolos, pude elegir en todo momento acorde al plan de parto que había elaborado en casa.
Después de mucho pensar y muy a mi pesar porque sabía las consecuencias, decidí optar por la oxitocina. Sabía que si me ponía de parto de manera natural, no haría falta epidural porque mi cuerpo no iba a darme a pasar más de lo que yo pudiese aguantar, porque sí, el cuerpo el sabio, pero sabía también que si me ponían oxitocina, no aguantaría el ritmo porque no daría tregua a mi cuerpo y no podría recuperarme entre contracción y contracción, pero, tenía que intentar que no fuese una cesárea, por el pequeño y por mí.
Nada más ponerme la oxitocina, entró la madre de un amigo de superpapi. L es matrona y se jubila en Septiembre, y casualmente el día 1 cogió vacaciones y el 3 se iba de viaje al extranjero, pero la avisamos cuando rompí aguas y vino a ayudar a que el baby llegase al mundo como habíamos hablado durante el embarazo. Ella reguló la oxitocina, de manera que puso tan poquita que al final fue una estimulación en vez de una inducción.
Esperamos a ver cómo reaccionaba a la oxitocina, pedí Kalinox para mitigar un poco el dolor, pero llegó un punto en el que no lograba reponerme entre contracción y contracción, así que, después de 4 horas decidí pedir la epidural entre lloros, porque no era lo que yo había planeado ni lo que yo quería, no era el parto con el que había soñado y para el que me había preparado durante 9 meses, por el que tanto había peleado, pero decidí que era lo mejor que podía hacer en ese momento y ¿sabéis qué? Fue una buena decisión.
Mi cuerpo se relajó, no sentí dolor aunque noté casi todo y todo fue mucho más rápido. Conocía los efectos de la epidural, los positivos y los riesgos que conllevaba, pero ponérmela supuso para mí una experiencia positiva, ya no por el dolor, sino porque pude superar el trauma que tenía con la epidural de la cesárea de los mellis.
Al relajarme, en un par de horas, tuve a mi baby en mis brazos, noté cómo rotó, cómo fue abriéndose paso para encontrarse conmigo y su padre, cómo salió disparado, como diciendo “aquí estoy, ¡sorpresa!”, noté su olor (cosa que con los mellis no pude) y lo grabé en mi memoria para siempre, grabé cada imagen de ese día en mi mente, porque es probable que no me quede más veces embarazada, no porque no quiera, sino porque ahora mismo creemos que es la decisión más acertada que podemos tomar como padres responsables y… lloré, lloré al ver a la cara de felicidad de mi marido, lloré porque yo era completamente felíz y lloré por él, porque por fín nos habíamos conocido y estaba bien.
Y… éste es mi baby.
1 comentarios en
mirari 28 julio, 2016 3:29 am
bueno, al final lo importante es que nazca sano… yo cuando parî no tenîa ni idea de que la epidural fuera mala, aunque no creo que sea tan mala… en ningûn momento me planteé no cogerla, quiero decir, las vacunas también tienen su riesgo y normalmente no dudamos en ponérselas, por qué sufrir por algo tan hermoso como dar vida a tu bebé? bueno, es un laaaaaargo dilema 🙂 felicidades por tu peque max, espero que el verano os esté siendo bonito!
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