Nos gusta mucho dar paseos por el campo, la naturaleza, los animales… nos gusta fijarnos en el ruido del viento al mover las hojas, en los sonidos de los animales que nos rodean, en los pequeños detalles, nos gusta perdernos en ellos, sobretodo a mis hijos que tienen edad de fijarse en todos los detalles minúsculos de todo lo que observan.
Hace una semana fuimos con los abuelos al pueblo y aprovechamos nuestra estancia allí a lo grande, dimos un paseo por el bosque y el río, los peques aprovecharon para lanzar piedras al río que es una de las cosas que más les gustan.
Vimos muchos animales, ¡vivos! en su hábitat natural! unos gatitos en casa de nuestro vecino que tenían a penas una semana de vida, un corderito que lo estaba amamantando su mami que habiá nacido el dia antes de que llegásemos, un burrito que ha visto dias mejores, gallinas criadas en libertad… incluso ¡recogieron huevos del gallinero recién puestos!
Hemos observado las distintas tonalidades y olores de las flores, frutos y plantas que nos rodeaban y que nos íbamos encontrando por el camino en nuestros paseos, en el jardín… hemos probado frutos silvestres, hemos aprendido que del cardo podemos obtener los filamentos necesarios para hacer cuajada casera que por cierto estaba buenísima, hemos descubierto, tocado y observado setas, hongos y líquenes …
También hemos observado algunos insectos y luego los hemos liberado, hemos observado cómo se mueven, cómo se comportan, si vuelan o no, sus colores, sus partes…
Los pequeños han escalado su primera montaña (aunque no con el calzado adecuado porque fue improvisado) y quieren repetir. Hemos disfrutado también de los días de lluvia, chapoteando en los charcos y dibujando en el suelo con ramitas… algo tan sencillo, tan divertido y tan olvidado por los adultos a veces…
La naturaleza es un entorno fantástico para aprender, es el medio adecuado donde poder aprender lecciones vitales y ciencia. Como decía María Montessori, los niños son pequeños científicos, pues bien, mis pequeños científicos aprendieron mucho ese fin de semana, hicieron muchas preguntas que respondimos y otras que descubrieron la respuesta por sí mismos. Observaron el movimiento y el sonido de las hojas al moverlas el viento, cómo se comportaban los animales que vieron, cómo caían las hojas porque es otoño, vimos cómo se movían las nubes y los colores del cielo , olieron las flores, la tierra mojada, tocaron muchos elementos naturales y notaron sus diferentes texturas… ha sido tan enriquecedor este fin de semana en el campo…
Os recomiendo que intentéis por lo menos una o dos veces al mes si podéis salir con los niños al campo, a disfrutar de la naturaleza, sin más expectativas que esa, disfrutar, observar y descubrir con ellos todos los regalos que nos hace la naturaleza, sobretodo si vivís en una ciudad como yo, es muy importante para los niños conectar con la naturaleza, no hay nada más sensorial.
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2 comentarios en
mirari 29 octubre, 2015 6:12 am
tus pequenyos cientîficos seguro que disfrutaron bien! qué suerte poder ver un bebé corderito!!!!! se le ve tan peque y tan fràgil, claro con un dîa no va a ser menos…
Patri 29 octubre, 2015 8:31 am
Si… la verdad es que fue casualidad que la oveja hubiera parido hacía tan poco, pero eso les ayudo a darse cuenta de lo frágiles que son los bebés humanos y lo fuertes que son los animales cuando nacen, las diferencias y las similitudes como que ellos también maman… muy recomendable, la verdad.
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