Ahora que entramos en primavera y que comienza a hacer mejor temperatura, me gustaría enseñaros el circuito sensorial que les preparé a mis hijos en casa. Como podéis ver, no requiere mucha preparación ni materiales, nada que no podáis encontrar por casa, pero ellos se lo pasaron fenomenal recorriendo el circuito una y otra vez mientras se reían a carcajadas.
No sé si sabéis que una de las partes del cuerpo que más información envía al cerebro, son los pies. Hay una teoría que enuncia que los niños que van descalzos desde que son bebés hasta que comienzan a caminar, son más inteligentes. Los pies son unos magníficos receptores sensoriales que envían muchísima información al cerebro que se traduce en nuevas estructuras cognitivas que se generan continuamente.
Hasta que comenzaron a andar, mis hijos siempre han ido descalzos, de hecho, este verano hemos recibido unas cuantas quejas por parte de algunas personas de nuestro entorno que no entendían porque dejábamos al bebé sin zapatos gateando y dando sus primeros pasos porque se iba a lastimar, cortar, pinchar con algo y un largo etc que jamás llegó a suceder. Yo no sé si mis hijos son más o menos inteligentes por no haber llevado zapatos, de hecho, lo primero que hacemos todos al llegar a casa es descalzarnos y caminar descalzos por casa, nos encanta esa sensación. Creo que tienen la inteligencia que tienen que tener cada uno de ellos, pero lo que sí sé es que andando descalzos han sido más felices, porque han experimentado la dureza del suelo en sus pies,pero también la suavidad de la hierba, la rugosidad dela tierra, la humedad del suelo mojado, la fuerza de las piedras del jardín bajo sus pies… y han estado en contacto con la naturaleza, y esto, vale un mundo.
Lo mejor siempre es lo natural, poder ir al rio, caminar por el jardín descalzo, por la playa… pero si no tenéis esa oportunidad, crear un circuito es una muy buena opción. El circuito que hemos preparado está formado por varias cubetas o palanganas de plástico que contienen diversos materiales: hojas, piedras, tierra, harina, alubias, espuma de afeitar y agua, pero en realidad, le podéis poner todo lo que se os ocurra que puede ser estimulante, la idea es que sean diferentes materiales.
Una vez que realizaron el circuito varias veces les pregunté si querían hacerlo con los ojos vendados, enseguida se entusiasmaron y probaron, conforme iban con los ojos cerrados pasando de una palangana a otra, les iba preguntando ¿qué sentían?¿qué material creían que era?¿cómo era ese material? así iban verbalizando y exteriorizando lo que sentían.
Si preparáis el circuito para bebés o niños muy pequeños además estaréis favoreciendo a que adquieran mayor conciencia del entorno, el equilibrio y su esquema corporal, así como a que desarrollen los músculos de las piernas y los pies favoreciendo su desarrollo psicomotor.
Debo de reconocer que yo también realicé el circuito con los niños, no pude resistirme a experimentar todas esas sensaciones bajo mis pies. Os recomiendo que, si no queréis realizar vosotros el circuito, os descalcéis de vez en cuando para poder sentir todo lo que sienten nuestros hijos cuando van descalzos y podáis descubrir otra forma de sentir el mundo.
Podéis imaginaros cómo acabó, los niños embadurnados de cabeza a pies con los distintos materiales, riéndose a carcajadas y enjuagándose con la manguera en el jardín… una mañana de lo más estimulante y divertida, y es que esto, es lo que realmente vale oro en la vida, esos momentos de felicidad absoluta donde se paraliza el tiempo y desearías sólo por un momento que ese momento durase para siempre para verlos reir y divertirse toda su vida con toda la inocencia y felicidad que otorga la niñez.
Os dejo un video del circuito en facebook.
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