Creo que en alguna ocasión os he contado cuantísimo nos gusta viajar y que lo hacíamos bastante a menudo antes de que los peques naciesen. Varios de los viajes que hicimos fue con amigos al extranjero y pasamos unas cuantas horas en el aeropuerto, horas que aprovechamos para jugar al Carcassonne, convirtiéndose así en mi juego preferido y en el de mi marido (en la foto de abajo podéis ver lo monísimos que estábamos jugando juntos cuando todavía no teníamos todas sus extensiones, jugábamos con el básico y yo tomaba café. Gracias Mario por la foto). Por cierto, Carcassonne existe de verdad, está en Francia y me encantaría viajar allí algún día porque es una ciudad amurallada medieval preciosa.
Por todo esto, cuando me enteré de que existía el Carcassonne Junior editado por Devir supe automáticamente que iba a ser un must para mis hijos y ¿sabéis qué? no me ha decepcionado ni un ápice.
El 14 de julio, el Día Nacional de Francia, es tradición dejar sueltas a las ovejas, gallinas y vacas. Durante todo el día, los niños de Carcassonne se divierten mucho persiguiendo e intentando atrapar a los animales antes de que anochezca. Así está ambientado el juego de Carcassonne Junior.
El juego está formado por 32 figuras de madera (ocho por cada color) y 36 piezas de territorio tamaño grande para que puedan ser manejadas cómodamente por los niños. Es un juego pensado para 2, 3 o 4 jugadores y es muy dinámico, las partidas duran unos 20 minutos aproximadamente.
Es una versión muy sencilla de Carcassonne, la diferencia en cuanto a objetivos es que en el Carcassonne Junior no hay puntos, gana el jugador que antes coloque todos los muñecos de su color en el tablero. Nos encanta que se mantenga el suspense de quién va a ganar hasta el final, como la partida depende en gran parte de la estrategia que utilices, no se sabe claramente quien va a ganar hasta el final.
La calidad de los materiales es excepcional y las ilustraciones de vivos colores son preciosas. La piezas están hechas a prueba de niños y están sobreviviendo a todo un verano de ajetreo y juego.
El tablero se va creando en cada turno, conforme va colocando cada jugador piezas para completar caminos. Cada pieza de territorio tiene 4 opciones diferentes para conectar los caminos, de manera que a los niños no les resulta difícil completar caminos, pero sí que tienen que estar concentrados por si otro jugador cierra un camino y él puede beneficiarse o para trazar estrategias que le permitan ganar.
Una de las cosas que más me gustan del Carcassonne Junior es que no necesita mucha explicación, es sencillo (no por ello aburrido), sin normas complicadas y muy dinámico. Las normas están bien explicadas, se entienden perfectamente (creedme cuando os digo que esto no es tan común). Además, cada partida es diferente y se crea un tablero nuevo cambiante.
Encuentro varias habilidades que los niños pueden desarrollar con este juego como por ejemplo la capacidad de atención, coordinación óculo manual, la capacidad de planificación y orientación espacial.
Otra de las cosas que pasa desapercibida pero que apreciamos, es que se puede guardar bien dentro de la caja una vez abierto (no con todos los juegos ocurre lo mismo), de manera que los niños pueden guardar las piezas sin necesidad de ayuda. Lo único que echo de menos es una bolsita de tela como la del Carcassonne para guardar las piezas y llevármelas en el bolso.
Es un gran juego de mesa y se ha convertido en el favorito de mis hijos mayores, así que no dudo de que les va a encantar jugar al Carcassonne cuando sean más mayores.
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