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50 Cosas peligrosas (que deberías dejar hacer a tus hijos). Gever Tulley y Julie Spiegler.

Hace un par de semanas me llegó a casa el libro «50 cosas peligrosas (que deberías dejar hacer a tus hijos)» de Gever Tulley y Julie Spiegle, me llamó mucho la atención el título desde el principio y tenía mucha curiosidad por leerlo, me ocurrió lo mismo que al leer el título de «El Rey de los Mindundis and the followers» (¿os acordáis? es el libro de la vida de Jesús que os comenté en esta entrada).

50 cosas peligrosas

Gever Tulley es el autor del libro y el fundador de Tinkering School, una escuela sin clases donde los niños de a partir de 6 años aprenden construyendo, creando… con sus propias manos, con herramientas reales, y donde sólo hay una norma «No te hagas daño a tí mismo ni se lo hagas a nadie más».

Parte de la premisa de que no todas las actividades que propone en el libro se pueden hacer con total seguridad, pero eso no significa que para los niños no sean seguras, «la mejor forma de no hacerse daño es aprender a juzgar cuándo hay peligro».

Hay una parte en la que me he encontrado dándole la razón, «cuando la protección se convierte en sobreprotección, fracasamos como sociedad». En la escuela, nos pasamos la vida intentando que los niños adquieran diferentes competencias, habilidades, capacidades… en definitiva, que sean competentes, pero realmente, una persona que es competente observa el problema que tiene ante él/ella, analiza los medios con los que cuenta para solventarlo e intenta buscar soluciones hasta que da con la solución correcta, viendo los posibles fracasos que haya podido tener como un aprendizaje para superar dicho problema.

¿Cómo podemos ayudar a que los niños sean competentes? ayudándoles a que comprendan la diferencia entre lo desconocido (o poco habitual) y lo que es peligroso de verdad. Enseñándoles a examinar un riesgo de forma segura y preparándoles para que sean capaces de reconocerlo por sí mismos.

50 Cosas peligrosas tiene un doble objetivo, conseguir que los niños sean competentes y tengan seguridad en sí mismos y que los padres dejemos nuestros miedos a un lado y no se los traslademos a ellos. Se proponen actividades que, si los niños las practican antes con seguridad, cuando se expongan a situaciones similares en la vida real, van a ser capaces de saber orientarlas y solventarlas de la manera adecuada. Por ejemplo, a los niños les encanta trepar a los árboles. Si les enseñamos cómo hacerlo de manera segura, cuando lo hagan ellos solos sin que estemos delante (porque lo harán), probablemente no se hagan daño o, si se lo hacen, será mucho menor que el que se haga un niño que nunca ha trepado a un árbol.

Trepando al árbol

Cada actividad propuesta en el libro ocupa dos páginas, en la primera página se describe la actividad detalladamente (cómo se hace), hay también una serie de símbolos que indican porqué es peligrosa, qué necesitas y con qué tienes que tener cuidado, así como el tiempo que dura y la dificultad. La segunda página de la actividad es como un cuaderno de campo donde puedes anotar o dibujar observaciones, mejoras u otras ideas, la fecha de realización y si lo has conseguido o no, así como información adicional sobre esa actividad. Al final del libro hay varias páginas para que los niños inventen y documenten sus propios proyectos.

Actividades

Detalles

Hay algunas actividades que no veo sentido hacer, tal vez porque yo nunca las he experimentado y no les veo la gracia o no tengo curiosidad por experimentarlas (pero esa es mi opinión personal), pero muchas otras las hemos hecho antes incluso de leer el libro y las seguiremos haciendo porque nos gustan y nos parecen divertidas como por ejemplo trepar a un árbol, jugar mientras está granizando, hacer volteretas, dormir al aire libre, clavar un clavo, lanzar una jabalina, tirar piedras, jugar con hielo seco, aplastar una moneda en las vias del tren, construir un tirachinas…

Tirar piedras

Yo tengo miedos heredados de mi madre que me encantaría poder deshacerme de ellos por ejemplo, pero no puedo porque están tan arraigados en mí desde que era pequeña que me cuesta mucho cambiarlos u olvidarme de ellos, y eso me ha impedido muchas veces disfrutar de algunas experiencias. Éste es un libro para que los padres nos demos cuenta de que a veces, nuestros miedos, son los que frenan a nuestros hijos y se los transmitimos sin darnos cuenta, y eso es un flaco favor que les estamos haciendo ya que no es bueno enviarles constantemente un mensaje de peligro cuando están jugando.

¿Os suenan estas frases «¡Te vas a caer! ¡ten cuidado! ¡no te subas ahí que es peligroso!»? deberíamos de cambiar los mensajes que les damos a los niños, este tipo de mensajes por otros como «A mí me da un poco de respeto/miedo que te subas ahí porque podrías caerte, por favor, ten cuidado en cómo subes/trepas/dónde pones los pies para no hacerte daño. Si me necesitas, estaré aquí». ¿Qué tal así? mucho menos sobreprotector y el mensaje cambia. Esto no significa que si hay un peligro nos quedemos sentados viendo cómo nuestros hijos se hacen daño, pero sí que si el riesgo que implica el juego o actividad que están realizando no es mucho, no afecta a su salud ni a la de los demás y les ayuda a conocer sus propias limitaciones o a enfrentarse a SUS miedos, les dejemos que ellos mismos se enfrenten a ello, sin interferir y sin condicionarlos.

¿Y vosotros? ¿sobreprotegéis a vuestros hijos o les dejáis experimentar con seguridad?

 

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Soy Patri, esposa de un hombre maravilloso, mamá de tres peques a tiempo completo, blogger, maestra y autora del libro Cocinando en familia.

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