En casa consumimos muchas verduras y frutas, sobretodo desde que los peques nacieron y decidimos cuidar un poco más nuestra alimentación y convertirla en una alimentación sana y saludable.
Desde pequeños, han ido aprendiendo el nombre de las frutas y las verduras yendo con nosotros a comprar, por medio de tarjetas de tres partes, leyendo libros, cocinando con nosotros, ayudándonos a hacer la lista de la compra, ordenando la compra en su lugar al llegar a casa… pero hay algunos nombres de verduras que todavía no sabían, así que les propuse esta actividad tan divertida.
Algunos libros de los que tenemos en casa desde que son pequeños y que tratan bastante bien no sólo el nombre de las frutas y vegetales sino lo importantes que son, son estos que os enseño aquí, podéis comprarlos pinchando en su título si queréis.
Mi primer huerto en casa: Es el primer libro de Ester Garay, una ilustradora española que pensó en los más peques a la hora de ilustrar por medio de personajes clásicos de cuentos infantiles paso a paso cómo plantar y cultivar plantas aromáticas, hortalizas, etc. El libro tiene las páginas laminadas para evitar que se ensucien cuando las están manipulando a la vez que están trabajando con la tierra. Creo que «Mi primer huerto en casa» explica muy bien cómo llevar a cabo el proceso de plantación, cultivo y recolección de hortalizas, plantas aromáticas y vegetales. A mis peques que están en pleno proceso de observar cómo germinan las semillas para convertirse en preciosas plantas, les encanta.
Fruit/frutas: Es un libro sobre frutas en castellano y en inglés ideado para que los niños conozcan el vocabulario de las frutas en ambos idiomas, con fotografías reales. Muy indicado para niños pequeños y familias bilingües. De la misma colección también está en la misma línea My first bilingual book- Vegetables.
El pequeño libro de las frutas: Libro en castellano y de cartón, pensado para introducir los nombres de frutas más básicos a los más peques por medio de dibujos.
La rebelión de las verduras: Un cuento muy gracioso que narra las aventuras de las verduras que se rebelan en el interior de la nevera. Los niños podrán aprender las propiedades y los nombres de las verduras a lo largo del cuento.
Estampados con vegetales: es muy práctico y cortito, en el que da muchas ideas de cómo con los vegetales se pueden realizar estampaciones realmente preciosas aun siendo pequeño. Es de la colección de Imaginarium.
Vegetales divertidos: Con este libro se pueden hacer verdaderas obras de arte con vegetales ya que le va dando forma a cada uno de ellos para crear platos divertidos con los más peques o con los peques a los que más les cuesta comérselas. Es un libro muy económico que si sois un poco mañosos, podéis sacarle mucho partido.
Si sabéis algo de inglés, Grow it, cook it es un libro muy intuitivo donde los niños pueden aprender desde cómo plantar semillas en casa, cómo se cultivan… hasta que llegan al plato. Contiene también explicaciones con fotografías paso a paso de cómo hacer compost, reciclar… incluso recetas sanas.
Y por último, quería recomendarios este cuento, I Will never not ever eat a tomato: Es un cuento muy divertido en inglés en el que los protagonistas son dos hermanos Charlie y Lola. Lola es muy exigente con la comida y Charlie ayuda a comer todos los días a Lola llamando a los alimentos y las comidas de maneras divertidas, por ejemplo, el puré de patata es una nube de pelusa… poco a poco a Lola le va gustando más comer de todo.
Volviendo a la actividad, esta es de la que os hablé en la entrada sobre «Un libro» de Hervé Tullet que merecía una entrada para ella sola. Primero preparamos las verduras para la cena y la fruta para la merienda, las lavamos, pelamos (las que procedía) y cortamos.
Preparé una provocación (os hablé de ellas en esta entrada sobre Reggio Emilia), repartiéndolas en dos platos y preparé pintura casera comestible (tenéis la receta en esta entrada) y unas cartulinas donde pintar.
La actividad es muy sencilla, consiste en coger los trozos de fruta y verdura cortados, mojarlos en pintura y estamparlos libremente en la cartulina.
Pintaron con zanahorias, a modo de sello para estampar y como rodillo.
Siguieron con el pimiento, aunque como podéis ver, los colores que utilizaron no se corresponden necesariamente según mis hijos, jajaja.
Aquí estamparon manzanas, y de paso, mezclaron algunos colores. «¡Mamá! si mezclamos amarillo y azul sale veeeeeeeeerdeeeeee». Creo que para pintar con niños pequeños, es mejor utilizar solamente colores primarios la mayoría de las veces y que, mezclando, vayan descubriendo colores secundarios.
Probamos también con algunas verduras, berenjenas, apio…
Con los niños más mayores,se puede sugerir que hagan algún dibujo con las formas que dejan las frutas y verduras, por ejemplo, un ramillete de apio se presta a poder simular flores, después se dibujan los tallos y queda un dibujo de un ramo precioso.
Cuando se secaron las cartulinas, les hice unos agujeros a las hojas y las até con un trocito de lana a modo de cuaderno, para poder ampliar el cuaderno con otras frutas y vegetales en un futuro.
También podéis probar con champiñones, mazorcas de maiz, tomates… ¿os animáis a probar con los peques? Animaros a compartir en los comentarios vuestras ideas o impresiones.
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Os recuerdo que ya está a la venta Cocinando en familia, mi libro de cocina para niños inspirado en Montessori. Si queréis tenerlo en casa y poder practicar muchas recetas con vuestros peques a la vez que fomentáis su autonomía, podéis comprarlo en este enlace.
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2 comentarios en
mirari 19 abril, 2016 5:56 am
la fruta y la verdura es tan cara aquî que me costarîa mucho utilizarla como instrumento, si no fuera por las zanahorias… miento, tenemos manzanas àcidas en el jardîn que estàn beurk, este otonyo probamos 🙂
Patri 19 abril, 2016 7:51 am
En realidad, si se os pone pocha alguna verdura o podéis utilizar algo de lo que vayáis a cocinar para pintar está bien, sino… a nosotros nos pasaba igual, aprovechamos algunas un poco pochas y algún trocito de cuando preparamos la cena, la única que compramos para pintar fue el apio, no por caras sino por no desperdiciar comida.
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