A veces el estrés de cada día o las circunstancias nos hacen perder el control de nosotros mismos y acabar gritando. Muchas veces eso sucede en el ámbito laboral, cuando nos enfadamos o cuando nuestras emociones nos desbordan, pero muchas otras veces, gritamos a los niños, a nuestros hijos.
Hay muchas situaciones que provocan que acabemos levantando la voz como por ejemplo las prisas, las rabietas, las peleas entre hermanos… A todos nos gustaría ser los padres y madres perfectos que nos venden en las películas, series y algunos libros ¿y a quién no? Lo cierto es que perfecto no hay nadie, todos tenemos días y momentos mejores y peores. En un mismo día pasamos por una montaña rusa de emociones y sentimientos y, si no somos capaces de gestionarlos bien, podemos hacer daño sin querer a algunas de las personas que más queremos.
Alba Castellví Miquel, en su libro Educar sin gritar publicado por Lectio Ediciones, remarca la importancia de ser un modelo para nuestros hijos y ser consecuentes, si no queremos que griten, nosotros como adultos y modelos suyos no podemos gritarles.
Hay un concepto que me parece muy relevante «ellos aprenden de lo que hacemos y no de lo que decimos que hay que hacer». Creo que esto es una verdad como un templo, toda la vida se ha dicho que el movimiento se demuestra andando; educar con el ejemplo es uno de los pilares de la educación desde mi punto de vista, no podemos exigir a los niños algo que nosotros no hacemos porque los niños aprenden sobretodo por imitación y para poder ser un modelo para ellos en cuanto a gritos se refiere, necesitamos mucho autocontrol.
Una de las ideas que no debemos perder de vista es que somos NOSOTROS, los padres y educadores los que debemos proporcionar a los niños herramientas para enfrentarse a la vida de manera responsable y libre mientras nosotros les acompañamos.
Destaca la importancia de permitir que los niños sientan frustración ya que en la vida no van a conseguir fácilmente todo y es esencial que puedan asumir esta realidad con tranquilidad desde pequeños.
Construir acuerdos, hablar de nuestros sentimientos con los niños, invitar al niño a calzarse los zapatos de los demás, saber decir «no», transmitirles la importancia de la responsabilidad o saber diferenciar entre castigo y consecuencia son algunas de las herramientas que Alba nos propone para aprender a encauzar con calma y sin gritos los conflictos.
Somos personas, imperfectos por naturaleza y sí, nos equivocamos, pero todo en esta vida tiene solución y, si una de las cosas que nos gustaría hacer es educar a los niños sin gritar, podemos hacerlo porque a educar sin gritar se aprende. Alba nos da muchos consejos para poder conseguirlo en este libro repleto de herramientas para educar de manera consistente y calmada.
Sin ser una varita mágica y recordándome en parte a la Disciplina Positiva, es cierto que este libro ofrece una amplia gama de orientaciones para entender y resolver conflictos que puedan surgir con los niños, pero creo que no hay que olvidar bajo ningún concepto que lo que realmente importa, es el niño, sus necesidades y sus emociones, porque las personas y especialmente los niños, son sagrados. No creo que exista un guión o libro con un método infalible para educar porque cada niño es un mundo y las circunstancias que lo rodean importan, y mucho. También considero que el proceso educativo es importante, el día a día, el tiempo real y «de calidad» que dedicamos a nuestros niños y, sobretodo, cómo nos relacionamos con ellos, las formas, los gestos, el cariño, el AMOR… los límites y el respeto en la educación son importantísimos, pero no son lo más importante, creo que lo más importante es acompañarlos con amor.
No creo que haya un método, pedagogía o similar que sea perfecto y maravilloso, tampoco creo que haya padres y madres perfectos, pero sí creo que EDUCAR CON, POR Y EN EL AMOR es el verdadero Camino.
¿Qué situaciones os hacen gritar? ¿Qué trucos utilizáis para no gritar? ¿Creéis que hay metodologías perfectas?
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